Pensamiento

Seguimos esperando


Resulta indiscutible que City Bell ha cambiado sobremanera en, digamos, la última década transcurrida. Que hay más iluminación callejera es una realidad; que hay muchas más calles asfaltadas, también lo es. La implementación de un plan de seguridad a partir de cámaras instaladas en el sector céntrico, ya la hemos comentado y pongámosla en el plato favorable de la balanza, conjuntamente con la oficina de defensa del consumidor que a título de experiencia piloto comenzó a funcionar en el ejido de la administración comunal en los últimos días.


La disposición de manos y contramanos en algunas pocas calles de City Bell es, también, una medida que debe aceptarse como importante y necesaria, aún cuando -a pesar del tiempo transcurrido- apenas si se acabó de implementar su primera etapa.
Pero hay viejas heridas, viejas deudas pendientes, que ninguna de las administraciones que han pasado por el Palacio Municipal o por el Centro Comunal han sabido enfrentar, porque sospechamos que ni siquiera se lo han propuesto.
Hoy City Bell ofrece una nueva cara a quien penetra su territorio desde el camino Centenario por la avenida Cantilo o sus paralelas inmediatas. Alguien ha llamado a esta nueva fachada citadina "shopping a cielo abierto" creyendo, tal vez, que hacía un gran favor a su identidad e idiosincrasia, lo cual es materia por cierto que discutible. Claro que el esplendor comercial trajo consigo algunas obras largamente esperadas confirmando aquello de que no hay mal que por bien no venga. Así las cosas planteadas, nos plegamos placenteramente al plausible despliegue plasmado, que con plenitud se explaya y se replica entre la Plaza y el terraplén del tren. Aplausos por aquí, porque en otros barrios, sólo bla, bla, bla.

Es que estamos hablando de menos de veinte manzanas de una comarca que supera los cuarenta kilómetros cuadrados (un ex Delegado estimó en 47 km2 la superficie de City Bell), y a menudo sentimos que en ese resto territorial mayoritario, muchos vecinos y contribuyentes siguen esperando.

Se sigue esperando el mantenimiento en buen estado de las calles que no han sido pavimentadas; se sigue esperando la limpieza de los desagües pluviales; se sigue esperando al barrendero en zonas que parecen ser consideradas la trastienda de la vidriera aludida párrafos más arriba; se sigue esperando una señalética lógica y coherente que permita saber en qué calle está uno parado; se sigue esperando que en un sitio como City Bell, las ramas y el césped cortado, como todo residuo proveniente del mantenimiento de parques, veredas y jardines, no sea considerado "no habitual" y sea recogido diariamente; y ya que estamos, se sigue esperando que no haya más barrios donde el recolector pase sólo tres veces por semana, si no hay un feriado que haga que eso ocurra sólo dos.

Se sigue esperando que se respete la identidad de cada barrio, su necesidad y deseos de progreso; que se respete su arquitectura y no se amontonen viviendas duplex en terrenos de 10x30. Se sigue esperando que algún funcionario se haga cargo de la historia de este pueblo que anhela celebrar su centenario aferrado a sus raíces, sin que se siga destruyendo y desfigurando sus más viejos y queridos edificios, los que habitaron sus pioneros, los que fueron punto de reunión, lugares donde se tomaron grandes decisiones que hicieron al futuro de esa comunidad naciente, o un insignificante cilindro de ladrillo y cemento donde abrevó el transeúnte sediento.

Lo volvemos a decir: aplaudimos el progreso. Pero apostamos indeclinablemente a no perder ni permitir que se siga erosionando un City Bell que no podemos saber si es el que soñaron nuestros fundadores pero estamos seguros, sí, que es el único que aún nos puede obsequiar con largos momentos de paz, de aire libre, de verdes multifacéticos, de innúmeros cantos de aves para regocijo de quienes elegimos esta tierra para asentar nuestros pies y enriquecer el espíritu.

Octubre 2008