Escenarios
Voces del Silencio,
en su primera vez


Cuatro adolescentes subieron a un escenario para hacer lo que les gusta: cantar y tocar, y ganarse un público que no se conforma con poco. Y lo lograron.


Los chicos de Voces del Silencio tuvieron un final de vacaciones a toda orquesta (léase "a toda banda"). El pasado 27 de febrero la banda rockera (mitad citybellense, mitad platense) hizo su primera presentación en público y fue sobre el escenario de El Viejo Varieté, un clásico de ese ambiente musical en la capital provincial. A sala llena desfilaron, además, Esquizofrenika (con integrantes de City Bell y Villa Elisa) y Krap (de La Plata y Villa Elisa). En todos los casos, sangre muy joven expresándose a través de la música que marca a su generación.
Quien esto escribe transita otros andariveles en el gusto musical: Beatles y Sui Generis ha de ser lo más moderno que se anima a acercarse al rock y prefiere el buen jazz, el folklore de hondas raíces y algunos tangos de antología, además de salpicaduras de Serrat, blues y bossa nova. Pero la paternidad es más fuerte y esa noche estuvo ahí, alentando a su hijo, guitarrista y voz de Voces del Silencio.
Aceptemos, pues, que la circunstancia implica subjetividad y explica, por lo demás, que no hablemos de las otras dos agrupaciones: mal podemos referirnos a un género musical que nos resulta ajeno.
Jero (guitarra y coros), Saimon (bajo), Second (batería) y el Negro (guitarra y voz) se pararon delante del auditorio, micrófonos mediante, con un manejo escénico poco habitual para un debut. Cada uno por su lado han tenido experiencias anteriores de tocar sobre un escenario y eso se vio en su debut como banda. No eran cuatro adolescentes que se presentaban en público por vez primera y con todos los nervios que eso implica; eran cuatro artistas, cuatro músicos, que nadaron en la ansiedad de las horas previas al gran evento, pero que tuvieron un dominio de la situación como el más experimentado.
Alentaron al público, anunciaron los temas, disfrutaron como se disfruta una primera vez: después de dos años de idas y venidas, de ensayos, pruebas, cambios y más ensayos en casas particulares y en sala alquilada, sus instrumentos y sus voces rompían el silencio que llevaban dentro.
Entonces, con la naturalidad y la seguridad de quien sabe lo que hace, fueron desgranando temas de Ramones (Don't bust my chops, Pinhead, I wanna be sedated); Afroman (Because I got high -reversionado en punk y traducido al castellano por VDS); Nirvana (In bloom); Radiohead (Creep); Metallica (Enter sandman) y tres temas propios: Pachi se calentó (punk), Holden (rock alternativo) y Alcofolk (folk metal).
La platea acompañó, coreó y aplaudió.

Y como condimento extra, el "pogo" desatado en los pocos metros cuadrados que separan la platea del escenario, desconcertaron a quienes no frecuentan el ambiente punk.
"Pogo" es un baile que consiste en saltar y chocarse en grupo unos contra otros al ritmo de la música en un concierto. Ubicados sus inicios en la música punk de Sex Pistols, esta manifestación corporal incluye todo tipo de expresiones y movimientos para expresar la potencia o tensión de la música y las emociones de quien baila a través del ritmo.

Aquellos empujones y avalanchas de las fans de John, Paul George y Ringo que azoraban a quienes los veíamos en fotografías o películas, quedaron en un nivel de casi ternura comparado con los pogos actuales. Hay, aquí, una suerte de danza ritual de la que participa sólo el que quiere y no es extraño que alguno de ellos acabe sobre el tablado compartiendo el micrófono con los artistas de turno, como sucedió en esta ocasión.
En tanto, lo de Voces... fue todo un show y no sólo una simple presentación.
Manejaron tiempos y climas, interactuaron con el público, llenaron el espacio, entregaron lo suyo sin retaceos.


La felicidad desbordaba en el rostro de los debutantes cuando finalizó su recital. Estaban no sólo conformes sino satisfechos y plenos. Su vocalista había acompañado a Esquizofrenika haciendo un tema de Soda Stereo y luego invitaron a la audiencia a quedarse a "hacer el aguante" a Krap.
Faltaba media hora para la medianoche y su fiesta había terminado. Aunque posiblemente apenas si había comenzado cincuenta minutos atrás, cuando Second marcó el primer compás con los palillos en el aire y las cuerdas iniciaron el derrotero.
No podemos saber si es una banda que comenzó una larga carrera artística, o si son cuatro músicos que juntos dieron sus primeros pasos de una ruta personal. Es demasiado temprano para ello. Lo que sí podemos decir es que en cualquier caso esa carrera, esa ruta, se asoman como promisorias y cultivan muy buenos sonidos para llenar muchos silencios
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