La habitué


Federico
Escribe Gabriela Bellettini, especial para Citybellinos.


Quizás estaba en City Bell, estaba muy cerca y uno no se podía dar el lujo
de dejar pasar cualquier oportunidad.


"¿Será posible que tengamos que resignarnos a no verlo nunca más?" - La abuela
"¿Te acordás, Fede, de las tardes en el parque, con los primos?".. - La tía
"Vivo con mi mamá Claudia; mi papá se llama Adrián y no sé por qué no lo veo ni dónde está" - Federico
"Él sabe que me llamo Adrián, tengo la esperanza de que se acuerde de mí y de que, cuando me vea, se le vayan las cosas feas que le pueden haber dicho de mí" - El papá




Prolijamente doblados, dentro de la valija, Adrián guardó los regalos que lleva a España y que espera poder entregar a su hijo Federico, a quien no ve desde hace unos diez años y a quien nunca dejó de buscar. Lleva el equipo deportivo de la Selección Argentina, los regalos de toda la familia, muchas cartas y un álbum con fotos.
En casa quedaron las herramientas de juguete y un tren, regalos de Navidad que Adrián y la tía Erica nunca pudieron entregarle.

Fui testigo de muchas de las búsquedas y otras tantas frustraciones. A mí también se me llenaron los ojos de lágrimas y se me erizó la piel cuando escuchaba los relatos, revivía los recuerdos y tejía y destejía las esperanzas.

Uno se acostumbra a buscar. A vivir buscando. A trabajar y buscar. Salir y buscar. Caminar y buscar. Esperar y buscar. Mirar por la ventanilla del micro y buscar. Siempre buscar, esperando encontrar esa carita de un nene de tres años en algún lugar.
Porque quizás estaba en City Bell, estaba muy cerca y uno no se podía dar el lujo de dejar pasar cualquier oportunidad.
Y buscó Adrián, y buscó toda la familia. Y buscaron los amigos y los compañeros de trabajo, los vecinos y aquellos que se conmovieron cuando leyeron la noticia en los diarios.

Federico es hijo de Adrián y Claudia. Ellos se casaron en el Registro Civil de City Bell cuando él tenía veinte años y ella, quince.
Las promesas de una vida mejor los llevaron a Italia. No fue fácil. Lejos de los afectos, a una edad en la que aún la contención es imprescindible, Federico anunció su llegada.
Claudia echó a Adrián de su casa y él se vio obligado a regresar a Argentina. La visa de turista se vencía y el trabajo no abundaba.
Cuando Claudia dio a luz, anotó a su hijo como extramatrimonial.
Para ella las cosas tampoco habrán sido sencillas. A los pocos meses regresó a City Bell y Adrián pudo finalmente conocer a su hijo.
Federico vivió los siguientes años junto a su papá. Compartieron absolutamente todo. Los paseos, las tardes en la casa de la tía, las fiestas y los cumpleaños.
Justamente, en el cumpleaños número tres de su hijo, Adrián perdió algo que tardó casi diez años en recuperar. Pero también Fede perdió algo y, quizás, aún no sepa que lo va a recuperar.
Después de la fiesta familiar, Claudia se lo llevó con la promesa de regresarlo luego del fin de semana. Pero nunca volvió.
Primero se atrincheró en su casa y, después, desapareció.
Con el tiempo se pudo saber que había viajado a Italia.
Resulta ocioso detallar las denuncias, los oficios judiciales, los pedidos de paradero, la orden de captura, la intervención de Missing Children, de la policía y de INTERPOL.
Cada uno de estos intentos desencadenó una decepción.

Cuando el sistema un funciona, no da respuestas, sólo la imaginación y la esperanza ofrecen una salida. Y, en estos tiempos, la tecnología también se convierte en una herramienta útil.
Facebook permitió encontrarlo entre los cientos de rostros que podían ser Fede. Estaba en un pueblito cercano a Barcelona, España.
La cuñada de Adrián logró chatear unos pocos minutos con él, pero obtuvo los datos necesarios para confirmar la sospecha.
Un día después, el perfil de Federico había sido cerrado.
Pero el breve contacto fue suficiente para saber cuál era la escuela a la que asistía. Y ese fue el puntapié inicial de una nueva búsqueda que promete otro final.

En el avión que despegó hacia España va Adrián y vamos todos.
El objetivo es un abrazo; un abrazo muy largo, tan largo como estos casi diez años.