CB Historico
Don Percival


Un relato de época retrata el carácter de Percival Bell,
al tiempo que aporta trazos de quehaceres en la Estancia Grande.


En julio de 1942 el mensuario "City Bell" publicaba un artículo sin firma que reflejaba el relato de un trabajador de la Estancia Grande refiriéndose a la personalidad del hijo de Jorge Bell. Parece ser que don Percival Bell era muy celoso del cuidado de sus tierras:

"Aquí las perdices se morían de aburridas, porque ¡pobre de aquel que don Percival sorprendiera cazando en sus dominios! Les juro que por un buen tiempo le hacía perder la afición al escabeche", decía el vecino. A "los mismos ingenieros que se metían a su campo para medir y nivelar los sitios por donde se tenderían las líneas férreas, les decía: '¡Váyanse de aquí! ¡Ustedes, con sus ferrocarriles me van a llenar el campo de cirujas!'".

El hombre del relato comentó que en una oportunidad había acompañado a un veterinario amigo a curar un toro de la Estancia. "Poco tiempo después salí a cazar -prosigue-. Hermosa mañana. Sol radiante. Y muy tentadoras las perdices de don Percival. Sin saber cómo me encontré de pronto en sus tierras. El dueño de casa estaba curando ovejas y bien me cuidaba yo de no acercarme mucho a la línea de fuego, cuando he aquí que de pronto me veo a un peón montando un oscuro grande como un rancho, que se me echaba encima haciendo temblar la tierra. El muy bruto venía decidido a hacerme pagar la audacia. ¡Mi madre! Les juro que en ese momento cruzaron mil cosas por mi cabeza".

El cazador intruso recordó al paisano que había estado allí curando al toro y pretextó que pasaba a saludar. El hombre de campo comprendió enseguida y en un guiño de complicidad, le indicó: "Ayacito hay un bajo que está de perdices hasta decir basta. Gánese por ahí y cace todo lo que quiera. Si el patrón se entera que le digo esto me saca el cuero a lonjas, pero en tratándose de usté, dotor"...

Lorna Bell, hija de Percival, recuerda que además que había una hectárea reservada para huerta de consumo interno, atendida por un italiano que había llegado como linyera, y había sido recogido por su padre como empleado del establecimiento.