Poligrafías
Palabras que van y vienen


Palindrismo y bifrontismo son fenómenos lingüísticos
que atraen la atención de los curiosos y desafían el ingenio.



Aunque ya casi ha desaparecido el viejo boleto de colectivo que coleccionábamos si era "capicúa", sus modernos sucedáneos también son numerados y despiertan la misma curiosidad por ver si sus guarismos pueden leerse de la misma manera del derecho y del re-vés. Este fenómeno que igualmente puede aplicarse a números, pa-labras, frases o textos, recibe el pomposo nombre de "palíndromo", o bifrontismo según el caso, para el diccionario de la lengua española.

Ida y vuelta

"Palíndromo" deriva del griego "palin" (otra vez, de nuevo) y "dromos" (carrera, camino), lo que define al término como "palabra o frase que se lee igual de izquierda a derecha, que de derecha a iz-quierda". Los primeros palíndromos se atribuyen al poeta Sótades, quien vivió en la Grecia del siglo III antes de Cristo. Los palíndromos españoles más antiguos conocidos datan de mediados del siglo XVI.
Si bien es frecuente encontrar palíndromos ocultos en textos literarios, resulta más fácil reconocerlos cuando están escritos en horma aislada, fuera de un párrafo del que formen parte.

El ejemplo más conocido es aquél que dice "dábale arroz a la zorra el abad". Pruebe el lector leerlo desde el final hacia el principio y no encontrará mayor diferencia que la acentuación. El humor inglés imaginó que Adán hablaba la lengua sajona y en una demostración de cortesía y buena educación, se presentó a Eva generando el primer palíndromo de la historia: "Madam, I'm Adam" ("Señora, soy Adán").

Los apasionados por los juegos lingüísticos atribuyen mayor cali-dad al palíndromo breve, en el cual la simetría de las palabras salta a la vista por la armonía en las formas.

Adán, el primer palindrista
(Adán y Eva. Tiziano, 1488-1576)
Descubrir palíndromos es una aventura en sí misma, puesto que nos presenta el desafío de remar contra la corriente: nuestro hábito de leer de izquierda a derecha nos dificultará el intento de hacerlo en sentido inverso y descubrir allí una construcción lingüística "reversible".


Juego de palabras

En un escrito sobre el tema, el español Agustín Ijalba señala: "Me gusta, por ejemplo, la idea de incluir palíndromos dentro de un texto y jugar con ellos como si fueran trozos de un paisaje, de una foto, de un cuadro. El valor del palíndromo reside en su capacidad de sorpresa, y en su utilidad para la composición de una escena. No deja de recor-darme, en ciertos aspectos, al arte de la ornamentación, pues el pa-líndromo adorna el texto como un jarrón o un mueble adornan una sala". Y continúa diciendo que un palíndromo es como una mezcla de palabras, como el rebote o el reflejo de lo ya escrito.

Escribir palíndromos es casi un juego de niños, un interesante pa-satiempos para cuando estamos aburridos, como pergeñar pequeños crucigramas para que otros maten el tiempo ocioso y que nos de-vuelve el placer de sonreír con incredulidad por su aparente sencillez.

"El palíndromo nos sale al paso cuando decimos que la saga paga sal o que existen saetas ateas, o cuando gritamos ¡a por ropa!, o si en un momento dado a mi interlocutor elogios óigole -agrega Ijalba-. Y -¿por qué no?- también cuando decimos que los palíndro-mos la vida amargan al anagrama".

Aquí, algunos ejemplos palindrómicos como para ir sonriendo:

Líame ese email.
Eva usaba rimel y le miraba suave.
Recelo da adolecer.
A la Manuela dale una mala.
A tal pelado dale plata.
A mamá, Roma le aviva el amor a papá y a papá, Roma le aviva el amor a mamá.
Amigo, no gima.
Así, mal oirá sor Rosario la misa.
El birrete terrible.
Ella te dará detalle.
No bajará Sara jabón.
Sé brutal, o no la turbes.
Ana lava lana.
A ti no, bonita.
Amó la paloma.
Saca tú butacas.
Así Ramona va, no Marisa.
Oirás orar a Rosario.
No traces en ese cartón.

Poesía reversible
El bifrontismo es un pariente lejano del palindrismo y consiste en la comparación entre significados al darle la vuelta a una palabra o a una frase. Entre las palabras nos encontramos con: arroz/zorra, adula/aluda, aires/sería, amina/ánima, asir/risa, ateas/saeta, azar/raza, dual/laúd, lavo/oval, oídos/sodio, Omar/Roma, oír/río.

Un ejemplo de bifrontismo poético (composición que al leerla en uno u otro sentido no cambia su significado) es el siguiente:

Inténtelo quien lo intente.
Hasta que el golpe esté dado
de lo que se haya tratado
nada se sabrá, es patente.
En esta ocasión presente
mucho se ve disponer;
penetrar lo que ha de ser
en lo posible no cabe.
Quien más calla, éste lo sabe:
todos hablan sin saber.

Hay además composiciones que invierten su significado al ser leídas del final al principio, como el siguiente ejemplo cuyo autor, como en el caso anterior, desconocemos:

Te adoro con frenesí.
Y di que miento si digo:
Solamente soy tu amigo
Cual lo eres tú para mí.
No quiero chanzas aquí
Con mi ternura y afán;
El temor del qué dirán
No pone valla a mi amor
Si dicen que con ardor
Mintiendo mis labios van.

Para algunos un simple pasatiempo; para otros, una pérdida de tal. Para el resto, palíndromos y bifrontismo son un desafío al ingenio encerrado en la inconmensurable riqueza del idioma. No sabemos por qué, pero sospechamos que no pasará mucho tiempo antes de que lo vean a usted garabateando palabras y frases sobre un papel en blanco, estirando la comisura de sus labios…