Un Sentimiento

Regreso con gloria


Un texto evocador, una lectora intermediaria, y una historia de 44 años.


Hace unos dos años -poco más, poco menos- escribimos una evocación de nuestro barrio de crianza. Se trataba de una catarata de recuerdos que se generó una tarde en que acabábamos de cerrar la puerta de nuestra casa paterna (en la citybellina cuadra de 13 entre 21 y 22), por entonces desocupada por imperio de la ley de la vida, ese que se puede resumir en nacer, crecer, morir. Lo titulamos "Tu casa, tu vereda y el zanjón" por su carga nostálgica que nos remontaba al tango de Manzi, quien perpetuó esa frase en el tango "Sur".

A partir de allí fuimos reconstruyendo en la mente la lista de todos y cada uno de los vecinos que habitaban la cuadra en los años '60 y continuamos, casa por casa, por el resto del territorio barrial de nuestros tiempos purreteros. Como en el juego de la pelota en el potrero, la devolución llegó pocos días después, cuando Tamara Cinquetti se topó con el artículo al rastrear en Internet el nombre de su abuelo Osmar Del Curto, que acababa de fallecer. Omar era uno de los primeros habitantes del barrio y había sido mencionado en aquella nota. Tamara nos escribió para contarnos la emoción que había sentido al leer el apellido de su familia citado en ese contexto y eso nos puso muy contentos: nuestro trabajo llegaba a buen puerto.

Pocos meses atrás Claudia Jotko decidió comprar un ejemplar de Escritos Citybellinos, como una manera de corresponder al hecho de haber sido invitada a la presentación de ese libro. Claudia vive en Tolosa y posiblemente desconocía la existencia de Citybellinos-Gaceta Virtual, pero mucha fue su sorpresa al leer ese artículo de reminiscencia tanguera y comprobar que allí figuraba su amiga Celia Picandet y familia, cohabitantes de la misma cuadra por aquella era sesentosa. No lo pensó dos veces y adquirió otro ejemplar para regalarle a Celia, y le pidió al autor que se lo dedicara. Claudia no imaginaba que estaba siendo la bisagra de un encuentro a través de casi medio siglo.

Celia y su hermana Nora vivían junto a su papá y su abuela en aquella calle 13 de barro que evocáramos y poco más sabíamos de ella. Hoy vive en La Plata y aún sin poder creer que es mencionada en un libro sobre City Bell, como quien quiere compartir una alegría, una emoción, decide darle la sorpresa a su hermana y pregunta cómo hacerse de un ejemplar para regalarle.

En la mañana del 1º de mayo el autor-delivery toca el timbre de la planta baja "A" de uno de los miles de edificios de La Plata sabiendo que no sólo estaba vendiendo un ejemplar más de su libro: iba a encontrarse cada a cara con su antigua vecina de quien tenía un recuerdo por demás borroso.

"Nos vinimos de City Bell en 1968", dispara Celia después del beso y el abrazo, ya dentro del departamento. De la conversación surge que ella es once años más grade que el cronista (que estaría por cumplir los ocho cuando aconteció aquella mudanza) y que le lleva cuatro a Nora, quien vive en Uruguay y en los próximos días vendrá de visita a Argentina.

Cuenta, además, que una de sus sobrinas está a punto de mudarse a City Bell no sólo para estar más cerca de sus trabajos -es profesora de natación en dos establecimientos-, sino para volver al pueblo donde se crió su mamá y mandar a sus hijos a la Escuela 12, a la que también fueron su mamá y su tía.

Vaya fuerza la de los años de infancia. Tanta es, que se transmite a la descendencia aún cuando el paréntesis es de casi medio siglo. Si esto no es sentimiento, ¿qué será?

Vaya a saber uno cómo reaccionará Nora cuando abra el paquete que con seguridad Celia preparará con emoción y dedicación; cuando abra el libro y vea que en la página 15 el primer párrafo está dedicado a ella, su papá y su hermana. Cuarenta y cuatro años. Toda una vida, o la mitad de ella, quién sabe.

Tenemos la sensación de que a pesar del tiempo transcurrido aún hay glóbulos citybellinos en la sangre de Celia y de Nora, "las chicas de Picandet". Tenemos la sensación de que a pesar del tiempo transcurrido, vivir en City Bell sigue siendo un sentimiento que, además, se hereda.